El área de Sistemas de Información, con todas las variantes en su nombre que recibió a lo largo del tiempo, sufre una transformación constante pautada no tanto por el desarrollo tecnológico sino como las organizaciones tratan de incorporarlas. Para saber hacia donde se dirige conviene hacer un rápido recuento del tratamiento que recibió en todo este tiempo.
Como vamos hacer un poco de historia no debidamente documentada, el artículo de hoy refleja subjetivamente lo que vi y viví desde mis experiencias las de mis colegas. Al mejor estilo de la tradición oral, la historia se cuenta de boca en boca y agrega, o en algunos casos quitas, pinceladas de lo que va ocurriendo. Pero como los pueblos que mantienen sus memorias, no se dejan llevar por los discursos del momento y comprenden por analogías la situación que los enmarca mucho mejor que aquellos que las pierden o se les oculta.
Como bien sabemos, la disciplina de Sistemas nace de la mano de L. Van Bertalanffy desde el ámbito de la biología hacia los años 40 del siglo pasado, para extenderse rápidamente por todas las disciplinas imaginables. Las primeras en las que toma envergadura son las relacionadas a los Sistemas de Información, asociados generalmente a la Informática y que por un tema temporal, quizás no tan casual, se incorporan de la mano en la grandes organizaciones. Departamentos Informáticos iniciales, casi experimentales, se insertaron vertiginosamente alcanzando en menos de veinte años el estatus de Gerencias por derecho propio. El manejo de la información no es un tema de estatus, sino que implica poder y las Gerencias de Sistemas los aprovecharon para posicionarse hacia los 70 del siglo pasado como pilares de la estructura organizacional. Del mismo modo que ganaron importancia, las principales consultoras financieras incorporaron entre sus habilidades las de asesoramiento en temas informáticos, y entre los años 80 y hasta finales del siglo pasado la posición de Consultor Informático ocupaba un lugar de privilegio entre el staff de estas entidades.
Ahora bien, el crecimiento desmedido en una disciplina nueva que muy trabajosamente lograba ciertas estandarizaciones llevó a un escenario final de conflicto, donde las organizaciones más allá de los grandes mainframes (generalmente del ámbito bancario) contaban con sistemas de información básicamente propietarios, desconectados entre sí, y con un pobre mantenimiento en manos de unos pocos expertos. Lo más parecido a un caos, que no acompañaba la dinámica del cambio de siglo. El inicio del presente siglo encabezó una importante transformación para despejar la situación cada vez más inmanejable, se intentaron estandarizar mejor la mensajería de interconexión de sistemas, con el XML como gran unificador. Pero además se complementó esta política con la oportunidad de nicho que hallaron los principales desarrolladores de software en masificar los productos “enlatados” que gracias una adecuación por configuración inicial se podían adaptar a la realidad de cualquier empresa. Esta alternativa tuvo un éxito comercial increíble, la gran mayoría de las organizaciones migraron sus aplicaciones propietarias a estos productos para librarse del dolor de cabeza que les traía aparejado, cuando no el estancamiento que los inmovilizaba tecnológicamente. Una consecuencia de migrar los sistemas propios a productos trajo tres consecuencias, obligaba prácticamente en delegar la instalación y puesta en marcha en consultoras externas a falta de personal propio experimentado en los nuevos productos, los consultores experimentados se sustituyeron por personal técnico de instalación y soporte desplazando profesionales especializados en proyectos por mano de obra por servicio; y por último el papel esencial que oficiaban las Gerencias de Sistemas se vieron debilitadas y divididas en departamentos de Servicios y Comunicaciones por un lado, y Jefaturas de Proyectos Informáticos dependientes en gran medida como departamentos subordinados a las Gerencias de Finanzas, dedicados solo a la coordinación de los servicios tercerizados.
Sin embargo estos productos world- class no resultaron tampoco el paraíso, si bien aliviaron inicialmente el gran dolor, llevaron a los largo de los últimos veinte años al debilitamiento de las prácticas de Sistemas de Información internas de la empresa, y una profusión de sistemas enlatados de difícil interconexión entre ellos. Este panorama no podría ser más negativo si se le suma el gigantesco volumen de datos que proviene de la web, y el histórico acumulado por las mismas organizaciones, lo que lleva a un escenario en el que nuevamente se vislumbra una nueva crisis. La dependencia con las consultoras externas llega a niveles de costos siderales, donde la cantidad de equipo involucrado desde ambas partes hace nuevamente inmanejable y directamente convierte en pérdidas cualquier iniciativa informática, fracasando no pocas veces en el intento. Los productos enlatados que se adquirieron como una solución adaptable, en la mayoría de los casos lleva a las empresas a adaptar sus procesos internos para poder utilizar el producto. En tren de abaratar los costos, las Consultoras disminuyen la calidad de la mano de obra minimizando remuneración y márgenes de ganancia, llevando a los consultores actuales a rotar rápidamente sin llegar a tomar experiencia. Como contraparte, las áreas de Sistemas disminuidas en importancia dentro de la organización a su vez no llega a conformarse con buenos expertos, constituidas esencialmente con administradores de proyectos con poca y nada visión de completitud del flujo de la información dentro de la organización. Finalmente las decisiones sobre el mismo flujo de la información, se toman por comisiones mixtas entre personal de las Gerencias de Finanzas, que además del departamento de Sistemas también dirige las de Métodos y Procesos las que también se desnaturalizaron asimiladas a solo funciones de auditoría internas.
Si la organización en la que trabajas se asemeja en todos o en parte al último escenario descrito, no es para sorprenderse o que son parte de una excepción. la gran mayoría de las organizaciones están en este momento atravesando problemas similares. Hubiera gustado de hacer alguna conclusión más optimista de la etapa actual, pero la situación no lo permite. Aunque tampoco debemos quedarnos con la idea que todo está perdido. En general las organizaciones intentan sobrevivir, como ya lo mencioné en artículos anteriores, y reaccionan oportunamente para introducir los cambios necesarios. ¿Son estos cambios algo misterioso a lo que no tenemos acceso? Nada más lejos que eso, la solución siempre está en la teoría de los Sistemas de Información, solo se necesita rescatar estos principios y que vuelvan a tener la relevancia inicial que perdieron al asociarse casi exclusivamente a técnicas informáticas. Parte de este resucitar se viene dando inicialmente por la disciplina de Inteligencia de Negocios o BI (no confundir con sus ramas vecinas de Marketing o Comerciales), que de la mano de los Cuadro de Mandos Integral intenta unificar la gestión con el flujo dando de la información en la organización, y que tomando asimismo el rol de la Arquitectura de Datos hoy se convierte en la piedra angular para dominar el escenario inmediato. Sobre este último punto conviene leer un paper de IBM sobre el tema, que da un pantallazo donde materializa un tema que se viene dando de hecho en los sistemas de BI, y que describo con lujo de detalle al menos desde este blog desde hace más de diez años.
Si se preguntan cómo puedo atreverme a indicar la dirección de salida para esta situación, les comento que en la empresa en la que me desempeño actualmente tomamos este último camino, una misión que me encomendaron cuando ingresé hace unos tres años, ayudando no solo a transitar la pandemia con éxito sino que también ordenando y encauzando el flujo de la información interna, con grandes hitos cumplidos y con una perspectiva inmediata de lo más promisoria.